Después de haber visto a medias dos pastelones de pelícuals como The Code (la nueva de Antonio Banderas y Morgan Freeman) y La Semilla del Mal, disfruté (y recuperé mi idilio con las largometrajes) con Gran Torino, la nueva película de Clint Eastwood. No defraudó y no es de extrañar ya que después de ver El Intercambio, una peli con Clint Eastwood como personaje principal no puede ser peor a una donde solo dirige.
Gran Torino nos muestra la vida de Walt Kowalski un amargado ex-combatiente de la Guerra de Corea a quien se le acaba de morir la mujer y donde su familia solo tiene en mente quedarse con sus bienes y con su Gran Torino. Detesta en lo que se ha convertido su barrio, lleno de bandas asiáticas y latinas que no tienen ningún respeto por los vecinos. Hasta que una noche se despierta y ve como alguien esta en su garaje, intentando robar su preciado Gran Torino. El coche hace que su tímido vecino adolescente, Thao, entre en su vida cuando los pandilleros hmong presionan al chico para que intente robarlo. Pero Walt lo impide, convirtiéndose en un héroe para la madre y la hermana mayor de Thao, Sue, quien insiste en que Thao trabaje para que Walt enmiende su error.
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